lunes, 25 de marzo de 2013

En el Paseo Marítimo. Capítulo 1

La siguiente novela es fruto de la imaginación del autor y cualquier parecido con la realidad, es pura casualidad. Hay algunos personajes, acontecimientos y lugares que han sido tomados como referencia para el desarrollo de la acción.



2 de Enero de 2000

Manolita bajó con  rapidez la escalinata desde la planta primera, cuando Mª del Carmen vio que se dirigía hacía ella, no pudo por menos que alegrarse, era  reconfortante encontrar a una cara amiga que con sinceridad se alegraba de verla.
- ¡Mª del Carmen, que sorpresa verte por aquí! - ambas mujeres se saludaron con dos cariñosos besos en las mejillas,  Mª del Carmen nunca podría olvidar el apoyo que supuso la secretaria de presidencia en los días posteriores al accidente. Junto con Adela, la había cuidado y acompañado durante todo el mes que ella pasó encerrada en casa sin desear vivir. Una de ellas dos, estaba siempre a su lado y gracias a ellas, había salido del túnel, llegado a la luz y retomado la vida. En veinticinco años de amistad, siempre halló en la secretaria simpatía y amabilidad, tenía el don de agradar a las personas. Ni el mal carácter de los Cruz podían con ella. - Bueno, en realidad es una visita sorpresa - "no había envejecido" - pensaba la secretaria mientras subían por la escalinata hacia los dominios presidenciales, sus ojos verdes seguían  hechizando, las largas pestañas eran majestuosos toldos negros que aumentaban su color, una piel tan blanca que parecía porcelana, sus facciones no demostraban haber soportado tanto dolor y tanta locura, era un semblante que transmitía serenidad y tranquilidad, emanaba calor - !loh, hacía tanto tiempo¡ - Mª del Carmen se había detenido frente al retrato de su marido y su hijo, pintado por Lezcano hacía veinte años, por un instante, al verlo, su corazón se estremeció; había sido una de las condiciones por la venta de sus acciones, ese retrato debería de permanecer siempre ahí, junto a los de los otros otros presidentes y antepasados, ellos debían de estar ahí.  Continuaron subiendo muy despacio - he venido a ver a Gerardo - Manolita se sorprendió y la otra lo notó, - sí, ya se que es extraño, yo misma me siento rara oyéndomelo decir, pero - levantó los hombros y enarcó sus negras y pobladas cejas - !no me queda otra¡. Además, el factor sorpresa es importante -, Manolita iba a decir algo, pero ella se lo impidió - !no, no digas ni una palabra¡, tú y yo no nos hemos visto, no quiero que tengas problemas por mi culpa - Manolita intentó esta vez protestar, pero de nuevo la otra se lo impidió - !he dicho que no quiero líos¡, es aquí, ¿verdad? - estaban frente a dos grandes puertas de madera de caoba - Bien - la viuda respiró hondo, miró a la secretaria y empujándola el dijo en un susurro - y ahora largo, no nos hemos visto - por fin Manolita se alejó.
Mª del Carmen golpeó con fuerza la puerta, unos segundos después se oyó un lejano, !adelante¡, respirando hondo de nuevo y levantando la barbilla, puso su mano sobre la rimbombante manilla y entró, todo lo majestuosamente que pudo, en el despacho de su muy odiado y despreciable cuñado.
"Absolutamente sensual, fue lo primero que  pensó el presidente cuando Mª del Carmen se dirigía como una leona hacía su presa; siempre le había parecido que la sensualidad emanaba de su cuñada por todos sus poros, sentía una atracción endemoniada por esa mujer, a la vez que la odiaba; cinco segundos después de su primer pensamiento sintió que la ira tensaba todos sus músculos y le hacía ponerse de pie, apoyando las manos sobre la mesa para no temblar. Ella estaba parada de forma que él pudiera verla de cuerpo entero. Seguía emanando sensualidad, mirándole con esos increíbles ojazos verdes que hacían bullir su testosterona.
 - Buenas tardes Gerardo - seductora y calculadora, Gerardo mantenía sus manos apoyadas con fuerza sobre la mesa y le estaban empezando a doler- voy a ser muy rápida y clara -, ella le miraba ahora fijamente y no se movía, permanecía altiva y displicente, "me vas a escuchar porque me da la gana", era lo que decían su cuerpo y su mirada - quiero, estoy diciendo: quiero, no "te pido" o "por favor", no. Quiero, que con fecha quince de Enero de este año curses el alta como trabajador de esta empresa de mi sobrino Diego Cruz, tu hijo, que le facilites al máximo, su desarrollo profesional, que le apoyes y le guíes, que le instruyas y le prepares para el futuro, respetando siempre su deseo de continuar o no en la empresa. De no ser así y si  haces sufrir al muchacho o le haces daño o por algún motivo el desvelas algún día esta conversación, al minuto siguiente, toda la ciudad, incluidos tu pobre esposa, tu familia, tus amigos, tus trabajadores, todo el mundo conocerá con pelos y señales la clase de vida que llevas, a lo que te dedicas en esas noches locas y desenfrenadas, en las que los lindos coñitos de tus amigas se pegan por bañar a tu pobre polla flácida y pastosa; esas sesiones de porno duro  y puro de los Jueves; las entretenidas tardes de los Viernes en casa de tu amigo Carolo. Todo - Durante unos segundos sus miradas hubieran asesinado  al otro. Mª Carmen sonrió malévolamente a su cuñado y girándose muy lentamente, salió del despacho, dejando la puerta abierta - que tengas un buen día - fueron las últimas palabras que Gerardo el oyó dirigirle.