- No puede ser -Mª del Carmen hablaba sin ganas, notaba la garganta reseca y el corazón golpeándole con fuerza el pecho. Amelia estaba de rodillas a su lado, cogiéndole entre las suyas su mano, todavía respiraba con dificultad y no se atrevía a preguntar o decir nada- Es...... es Pedro, Amelia, es Pedro- la dueña de la casa buscaba con sus ojos las hojas del periódico que estaban tiradas en el suelo. Amelia las recogió y se las alcanzó. Desasiéndose de su sobrino y de su cuñada se incorporó con dificultad y volvió a mirar la foto. Las hojas temblaban en sus manos, se obligó a leer la noticia que acompañaba la foto. "En la tarde del martes quince fue hallado en el Paseo Marítimo el cuerpo sin vida de un hombre. El fallecido no portaba ninguna identificación. Vestía prendas deportivas de color azul oscuro y calzado deportivo. El desconocido es corpulento, de uno ochenta de estatura, cabello oscuro, lacio, su edad podría ser entre 55 y 60 años."- Mª del Carmen se estaba levantando sin soltar el periódico, notaba sus piernas inestables y no podía controlar el temblor de las manos, pero quería levantarse.- Debo de ir a hablar con la policía- el tono era inexpresivo, no denotaba ni la angustia ni el pánico que podían verse en sus ojos. Diego y Amelia intentaron impedírselo, en tanto que ella, dirigiéndose a la asustada doncella, Mapi, mandó avisar a Alfonso, el chófer. Abrazando el periódico, continuo caminando, sintiendo las piernas más seguras, hasta llegar a la mesa camilla en donde reposaban algunos de los marcos de plata que portaban las fotos familiares. Mientras que con una mano seguía sujetando con fuerza las hojas del periódico, con la otra cogió uno de los marcos. Era de tamaño mediano, el grosor del marco era de tres centímetros, liso, con una pequeña metopa central coronándolo. En ella estaban grabadas las letras "C" y "P", una encima de la otra. La foto había sido tomada quince años atrás. Había sido el último día del mes de julio, después de una regata. Pedrito, su hijo, mostraba con orgullo su copa de campeón. Era un niño guapo. De sonriente semblante y alegres ojos azul cielo. Su cabello rubio, lo era tanto, que parecía teñido. Al lado su padre, Pedro Cruz, pasaba su brazo por los hombros del hijo, sonreía y le decía algo al fotógrafo. Mª del Carmen mantuvo durante unos instantes la foto en su mano, mirándola y recordando. La dejó con cuidado en su sitio y reunió fuerzas para hablar a sus dos familiares. Estos, al ver que ella no prestaba atención a sus palabras, habían optado por guardar silencio.- Amelia, por favor, ¿querías acompañarme a hablar con la policía?.- Se oía su propia voz y no tenía la impresión que ella estuviera diciendo esas palabras, Amelia intentó decir algo, pero Mº del Carmen con un gesto se lo impidió - no, por favor, no - abrazaba las hojas del periódico contra su cuerpo con fuerza- necesito que me acompañes- se volvió hacia Mapi- que Alfonso lleve a Doña Amelia a su casa, que espere mientras se arregla y que la traiga de nuevo- su voz le seguía pareciendo la de otra persona, pero a pesar de que sus manos continuaban temblando, controlaba sus acciones, despacio, pero las controlaba. Amelia se despidió con dos besos en las frías mejillas de su cuñada y se encaminó con paso rápido a la salida.